Jose Oliva | Barcelona (EFE).- El historiador israelí Ilan Pappé, que acaba de publicar el ensayo ‘Breve historia del conflicto entre Israel y Palestina’, considera que la solución al conflicto en la región «no pasa por la existencia de dos Estados», como promueven algunos países.
Fuertemente contrario al sionismo, por lo que tuvo que instalarse en Reino Unido, donde es profesor de Historia en la Universidad de Exeter, Pappé es un firme defensor de «la creación de un único Estado secular en la región histórica de Palestina en el que convivan en igualdad tanto árabes como judíos», ha dicho en una entrevista con EFE.
En opinión del historiador israelí, «la solución de los dos Estados está muerta», y se debe apostar por una solución basada en la igualdad y en la democracia, es decir con «un Estado democrático, desde el río Jordán hasta el Mar Mediterráneo, en el que la gente sea igual, independientemente de su religión o identidad étnica», si bien, ha reconocido que ésta no es hoy una solución realista.
En ‘Breve historia del conflicto entre Israel y Palestina’ (Capitán Swing), Pappé defiende que el conflicto palestino-israelí no comenzó el 7 de octubre de 2023, ni tampoco en 1967, cuando Israel ocupó Cisjordania ni en 1948, cuando se declaró el Estado de Israel.

«El conflicto palestino-israelí comenzó en 1882»
Para el autor, «todo empezó en 1882, cuando los primeros colonos sionistas llegaron a lo que entonces era la Palestina otomana», y por ello, «el contexto histórico es muy importante para entender la realidad del presente y para buscar una solución».
Desde el antisemitismo en la España del siglo XV, «Europa nunca hizo frente de forma adecuada a su actitud para con los judíos y para hacerse perdonar, después del holocausto en la Segunda Guerra Mundial, aceptó la creación de un Estado judío europeo en el corazón del mundo árabe, en un país en el que ya vivía otra gente».
Si la única forma de implementar un proyecto así era por la fuerza, «se ha demostrado que la única manera de mantenerlo es también por la fuerza y cada vez más intensa», añade.
Los neosionistas apuestan por un estado israelí bíblico
Pappé, que llegó a recibir amenazas de muerte en su país, cree que después de Gaza, la violencia se concentrará en Cisjordania, porque «en el actual gobierno israelí hay fuerzas, los neosionistas, convencidas de que están ante un momento histórico para crear un Estado basado en el Antiguo Testamento y construir un reino judío que imponga miedo y respeto en la región».
No oculta Pappé su preocupación por el futuro de la minoría palestina, que son ciudadanos israelíes, unos dos millones, y por la política expansionista del gobierno de Netanyahu, que quizá a corto plazo se extienda a la Siria occidental y al sur de Líbano.
«A largo plazo, no creo que podamos hablar de una solución, pero sí del fin del proyecto sionista», que sea sustituido «por un régimen político democrático mejor para todos los implicados», sostiene.
La situación en Israel es tan grave que muchos judíos israelíes se han marchado voluntariamente desde el 7 de octubre de 2023, y, aunque no se conocen las cifras, «hay periodistas muy fiables, con buenos contactos, que hablan de medio millón de israelíes que han dejado el país desde entonces».
Trump, un factor negativo en el conflicto
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca es «un factor negativo» en este contexto, porque «su idea de una solución para Gaza no va a funcionar, anima a la extrema derecha israelí a pensar en una solución que pasa por una limpieza étnica, y además transmite la impresión errónea de que Israel podría subsistir de manera aislada a nivel internacional».
Aventura el autor que seguramente dentro de quince años «ninguna persona razonable apoyará un estado israelí que comete un genocidio en Gaza, una limpieza étnica en Cisjordania y que ataca a la mayoría de sus vecinos».
La principal dificultad es, a su juicio, que las élites políticas europeas actuales «no se atreven a plantar cara a Israel, algo que tiene que ver con el pasado y la complicidad europea con la represión israelí contra los palestinos, pero que puede cambiar en el futuro, como sucedió con la Sudáfrica del apartheid».
Pappé afirma con rotundidad que Israel «nunca fue una democracia, porque un país que ocupa a millones de personas en contra de su voluntad, que establece leyes que distinguen entre judíos y los que no lo son, no puede ser una democracia».