La Fórmula 1 tiene memoria corta y paciencia aún más limitada. Jack Doohan está aprendiendo esta lección en carne propia, mientras su futuro en Alpine pende de un hilo tras apenas 6 Grandes Premios como piloto titular. La posibilidad de que Franco Colapinto ocupe su asiento en las próximas semanas ya no es un rumor aislado: es una expectativa generalizada dentro del paddock. ¿Es prematuro el cambio? Tal vez. ¿Es injustificado? No necesariamente.
Desde noviembre de 2024, cuando aún no comenzaba oficialmente su etapa en la escudería francesa, ya circulaban rumores sobre la inestabilidad del asiento de Doohan. Incluso antes de completar una sola vuelta de carrera, el piloto australiano sabía que cualquier error sería magnificado. Esa presión, sumada a las declaraciones ambiguas de los altos mandos de Alpine, que nunca terminaron de respaldarlo públicamente, creó un ambiente donde el margen de error era mínimo. Y en Fórmula 1, ese tipo de entorno rara vez permite florecer a los debutantes.
Los resultados no han ayudado. Doohan ha sido superado por su compañero de equipo, Pierre Gasly, en 5 de 6 fines de semana, incluyendo clasificaciones y sprints. En el único caso donde terminó por delante, lo hizo beneficiado por una descalificación técnica. En promedio, su diferencia en clasificación ha sido de 0.367 segundos por detrás del francés. Y aunque ha mostrado ritmo a una vuelta en ciertos momentos, los errores —como el choque en Suzuka— han comprometido cualquier argumento a favor de su continuidad.
Mientras tanto, Franco Colapinto ha construido una narrativa opuesta. Su paso por Williams durante 2024 fue breve, pero efectivo. En solo 5 carreras sumó puntos en 2, llegó a la Q3 en una ocasión y dejó una sólida impresión con una posición de llegada promedio de 10.6. También cometió errores, en Brasil y Las Vegas, pero en contextos que se interpretaron con mayor indulgencia. Más importante aún: Colapinto demostró que puede rendir bajo presión y sacar el máximo de un monoplaza limitado. En una temporada donde cada punto cuenta en la intensa lucha del medio campo, esa cualidad vale oro.
La comparación entre ambos pilotos no puede hacerse en igualdad de condiciones, pues las estructuras de Alpine y Williams presentan diferencias técnicas relevantes. Sin embargo, el deporte no siempre espera por la equidad perfecta. Alpine tiene que tomar decisiones con la información que tiene hoy, y lo que tiene no parece favorecer a Doohan. Además, los posibles beneficios comerciales y mediáticos que representa el ascenso de Colapinto, un piloto argentino en la máxima categoría tras décadas de ausencia, podrían pesar en el balance final.
No es un secreto que figuras como Flavio Briatore, quien recientemente fue anunciado como nuevo jefe de equipo en Alpine tras la dimisión del inglés Oliver Oakes, están ganando influencia dentro del equipo, y la gestión del talento bajo su estilo siempre ha sido más pragmática que paternal.
El australiano nunca tuvo una temporada completa en Fórmula 2 con resultados aplastantes, ni llegó a F1 con el aura de estrella consolidada. Eso le jugó en contra. En un deporte donde la inversión en jóvenes talentos se hace cada vez con menos paciencia, quienes llegan con menos cartel deben convencer de inmediato. Doohan no lo logró en 6 carreras. ¿Es tiempo suficiente? Tal vez no, pero es todo el tiempo que tuvo.
La llegada de Franco Colapinto no está exenta de presión. Si se concreta, el piloto argentino deberá demostrar rápidamente que no solo es una promesa con velocidad, sino un activo confiable en carrera. Pero si su desempeño en Williams es indicio de lo que puede ofrecer, Alpine no estaría haciendo una apuesta ciega. Más bien, estaría adelantando una transición que ya parecía inevitable.
A Doohan le faltó tiempo. A Colapinto, parece que ya se lo están dando.
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Dayra Gómez
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