El presidente Donald Trump presentó este lunes desde Mar-a-Lago un ambicioso plan de rearmamento naval denominado la “Flota Dorada”, el cual contempla la construcción de diez nuevas fragatas de acero de alta tecnología, nuevos portaaviones y hasta doce submarinos financiados por el presupuesto federal. Acompañado por el secretario de Guerra, Pete Hegseth, el mandatario estadounidense aseguró que estas embarcaciones tendrán cien veces más poder que cualquier armamento actual, posicionándolas como la nueva insignia del dominio global de Estados Unidos.
Durante el anuncio, Trump aprovechó para presumir una reducción del 96 por ciento en el flujo de drogas en el Caribe gracias a sus recientes operativos militares, reforzando la narrativa de seguridad nacional que justifica el despliegue de la armada más grande jamás vista en la región sudamericana para cercar al gobierno de Venezuela.
En un tono desafiante, Trump advirtió que los días de Nicolás Maduro “están contados” y no descartó una intervención terrestre si el régimen chavista no devuelve los activos y tierras que, según su administración, fueron robados a Estados Unidos. Al ser cuestionado sobre el destino del petróleo venezolano incautado en alta mar tras los recientes bombardeos que han dejado al menos 95 muertos en el Caribe, el mandatario respondió tajantemente que el gobierno estadounidense se quedará con el recurso o lo venderá.
Esta escalada bélica ocurre en un momento de máxima tensión geopolítica, mientras Maduro llama a una protesta mundial contra lo que califica como “piratería” estadounidense, marcando un punto de no retorno en la confrontación directa por el control estratégico de los recursos energéticos y la soberanía en el hemisferio sur.