Un avión de transporte militar ruso Antonov An-22, una de las aeronaves más grandes de la era soviética, se partió en dos secciones durante un vuelo de prueba y se estrelló en la región de Ivánovo, al noreste de Moscú. El siniestro, ocurrido el pasado 9 de diciembre pero difundido recientemente en redes sociales a través de videos de testigos, dejó un saldo de siete personas muertas, sin sobrevivientes entre la tripulación.
Las imágenes captadas muestran el momento en que el fuselaje se fractura a gran altura antes de precipitarse sobre un terreno nevado cerca del embalse de Uvod, lo que ha llevado a las autoridades a investigar una posible falla mecánica catastrófica.
Este particular ejemplar, diseñado en la década de 1960 para transportar equipo militar pesado, llevaba más de 50 años en servicio y, según reportes, era el último An-22 operativo dentro de la flota militar de Rusia. El accidente se produjo mientras realizaba una ruta rutinaria tras someterse a trabajos de mantenimiento y reparaciones programadas.
Expertos señalan que el desgaste estructural acumulado por más de medio siglo de operación pudo ser el factor determinante en la fractura de la aeronave, reavivando el debate sobre la seguridad de los modelos antiguos que aún permanecen en activo dentro de las fuerzas armadas rusas.