La secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, escaló la tensión diplomática este lunes al declarar que el mandatario venezolano Nicolás Maduro “tiene que salir” del poder, vinculando directamente la estabilidad regional con el cese de sus actividades calificadas como narcoterroristas. En una serie de operativos que Washington describe como una asfixia financiera al “Cártel de los Soles”, Noem confirmó la captura de dos buques petroleros en la última semana —incluyendo el carguero Skipper— y la persecución de una tercera embarcación sin bandera que presuntamente transportaba crudo sancionado hacia Irán.
Estas acciones, ordenadas por el presidente Donald Trump bajo la premisa de un bloqueo total a la “flota fantasma” de PDVSA, han sido denunciadas por Caracas ante la ONU como actos de “piratería internacional” y desaparición forzada de tripulantes, mientras Pekín califica la detención arbitraria de los navíos como una grave violación al derecho internacional.
Este sndurecimiento operativo se acompaña de un despliegue militar sin precedentes en el Caribe, donde el Comando Sur ha ejecutado la operación Southern Spear (Lanza del Sur), resultando en la destrucción de más de 30 embarcaciones menores y un saldo acumulado de al menos 104 muertos desde septiembre de 2025. La administración Trump, que recientemente elevó la recompensa por la captura de Maduro a 50 millones de dólares, sostiene que estos ataques son necesarios para frenar el flujo de drogas; sin embargo, declaraciones de la jefa de Gabinete, Susie Wiles, sugieren que la estrategia busca deliberadamente la rendición del gobierno venezolano mediante el bombardeo de sus activos estratégicos.
Ante la movilización de portaaviones y vuelos de reconocimiento cerca de sus costas, Maduro ha ordenado a la Armada venezolana escoltar sus buques petroleros, configurando un escenario de confrontación directa en aguas internacionales que amenaza la estabilidad de las rutas comerciales en todo el hemisferio.