El gobierno de Estados Unidos inició este viernes una ofensiva militar a gran escala contra el Estado Islámico (ISIS) en el centro de Siria, denominada operación “Ataque ojo de halcón“. De acuerdo con el secretario de Defensa, Pete Hegseth, esta acción es una respuesta directa y una “declaración de venganza” por el atentado perpetrado la semana pasada cerca de Palmira, donde murieron dos sargentos de la Guardia Nacional de Iowa y un intérprete civil estadounidense.
El ataque empleó aviones F-15, helicópteros Apache y artillería HIMARS para destruir infraestructuras y depósitos de armas en las provincias de Deir ez-Zor y Raqqa, zonas identificadas como puntos de lanzamiento para operaciones yihadistas en la región.
Donald Trump, quien recientemente se reunió con los familiares de los soldados fallecidos en la base de Dover, reafirmó su postura de aplicar represalias severas contra cualquier grupo que atente contra ciudadanos estadounidenses. La televisión estatal siria confirmó bombardeos en áreas rurales de Jabal al-Amour, mientras que funcionarios del Pentágono advirtieron que esta intervención es solo el inicio de una serie de ataques programados para desmantelar la capacidad operativa del ISIS.
Aunque las autoridades aclararon que no se busca iniciar una guerra abierta, el despliegue de fuerza junto a aliados como Jordania marca un endurecimiento en la política exterior de la administración Trump respecto a las amenazas terroristas en el Medio Oriente.