El Ejército de Estados Unidos llevó a cabo un nuevo ataque contra una lancha rápida en el océano Pacífico oriental, resultando en la muerte de cuatro personas señaladas como “narcoterroristas”. El Comando Sur justificó la ofensiva alegando que la inteligencia confirmó el transporte de narcóticos ilícitos a través de una ruta marítima estratégica; sin embargo, esta operación eleva la cifra total de fallecidos a al menos 87 en lo que va de la campaña. Las críticas internacionales y domésticas se han intensificado tras la difusión de videos que muestran explosiones directas contra las embarcaciones, mientras la administración del presidente Donald Trump sostiene que estas acciones son necesarias para desarticular las finanzas del crimen organizado.
La estrategia liderada por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, enfrenta acusaciones de posibles crímenes de guerra tras incidentes previos donde se atacó a sobrevivientes de naufragios. Legisladores demócratas han calificado estas maniobras como ejecuciones de “marinos naufragados”, cuestionando la legalidad de emplear fuerza letal sin procesos judiciales previos.
Pese al rechazo de diversos sectores y organismos de derechos humanos, el presidente Trump ha reafirmado la continuidad de la misión, asegurando que la ofensiva militar no se limitará a aguas internacionales, sino que “muy pronto” las operaciones de ataque cinético se extenderán a objetivos en tierra firme.